Texto Daniela Stöppel
Texto del catálogo “Jutta Immenkötter”
2008

“Pronto se dará uno cuenta que en los árboles, los caballos de tiro, las orejas de los perros etc. existen muchas, muchas cosas curiosas con las que uno nunca hubiese soñado." August Endell (Vom Sehen, 1905)

Forma y Objeto

El interés artístico de Jutta Immenkötter se centra en las formas del mundo visible que documenta en sus dibujos y objetos abstrayéndolas y transformándolas en órdenes estéticos propios. La observación precisa de formas y estructuras urbanas, arquitectónicas, orgánicas, florales al igual que sociales es el punto de partida de sus dibujos en los cuales sus experiencias visuales se condensan en figuras con una razón de ser propia. Árboles, frutas, cabellos, cadenas, arañas, pilares, torres, arcos, cúpulas, balaustradas, son objetos básicos que suscitan su atención.

Los objetos, desprendidos de cualquier contexto figurativo, despliegan en las láminas de Jutta Immenkötter su propia presencia, desarrollando a veces una vida casi surreal. Así, una cabellera, separada de su portador como una peluca, demuestra este principio de aislamiento de los fenómenos visuales, inmersos de esta forma en una surreal productividad y actividad. No se trata tanto de representar objetos sino más bien de descubrir, percibir y registrar ciertas formas y sistemas formales, de aislarlos e intensificarlos creando nuevas imágenes.

El método de trabajo de Jutta Immenkötter se aprecia claramente en su serie de postales y material gráfico diverso que, seleccionado según criterios formales y temáticos, después pinta, cose y perfora. Por medio de retoques con tinta china, aguja o hilo, los temas, a menudo panoramas urbanos o paisajes, llegan a ser, en gran parte, irreconocibles; sólo permanecen algunos detalles o simplemente se intuyen en el dorso, por la perforación del contorno. Así, el motivo original deviene una figura formal autónoma que ya no es una mera reproducción sino que obedece a sus propias reglas formales. Mediante la reducción de los motivos a elementos individuales se subraya su propia esencia formal. Por ejemplo, con la supresión de su entorno “natural”, una farola se transforma en una figura cuya extraña curvatura y construcción asume cualidades esculturales caprichosas. De esta manera, el objeto es liberado, adquiere el derecho a existir por sí mismo y como forma autónoma da origen a nuevas referencias y significados.

El proceso creativo de Jutta Immenkötter comienza a menudo con bocetos realizados in situ. Una vez en el taller nacen dibujos, acuarelas y gouaches, extrayendo y concentrando motivos y formas individuales, fruto en parte de esas observaciones iniciales, en parte desarrollados libremente. La elaborada y tensa relación entre el fondo, la forma y el color es el resultado de un proceso de clarificación y concentración formal que cuestiona y examina repetidamente la forma, reduciéndola a sus cualidades esenciales.

Aunque a menudo toma como punto de partida el dibujo, Jutta Immenkötter persigue siempre una concepción fundamentalmente escultórica. Así, también en sus trabajos sobre papel son perceptibles el espacio, la plasticidad y la materialidad. Partiendo de las formas depuradas sobre el papel, surgen trabajos escultóricos que se alejan más, si cabe, de lo figurativo. Jutta Immenkötter construye tejidos lineales de alambre y papel de aluminio pintado que recuerdan caracoles auditivos o conexiones nerviosas, asumiendo por tanto principios formales orgánicos. A pesar de alcanzar una abstracción casi total en sus esculturas se siguen percibiendo, de forma sucinta, algunos motivos elementales como por ejemplo una vasija o una bolsa. Es siempre posible intuir el origen de las esculturas a partir de los dibujos; sus trabajos escultóricos se despliegan en el espacio como dibujos tridimensionales y representan la “concentración plástica" de sus observaciones y decisiones artísticas.

Este cambio de medio, del dibujo al trabajo que abarca el espacio, se hace evidente en una serie de sus trabajos más recientes. Así, la estructura de líneas azules de un gouache se transforma en una suave construcción de tela verde que, colgando libremente de la pared, recupera la tridimensionalidad y la plasticidad. Asimismo un dibujo de líneas rojas arqueadas se transforma en un mural de grandes dimensiones en el que la forma define y estructura el espacio. También la forma de presentar sus dibujos y objetos de alambre, como instalación que abarca el espacio, tiene sus raíces en una concepción genuinamente escultórica.

Pero no es sólo a través de la forma que sus trabajos adquieren una presencia física sensual, sino también debido a su fuerte colorido. Elije colores llamativos, fuertes, los delimita claramente para subrayar la legitimidad formal del color como medio de producción. Además, gracias al color, sus dibujos y objetos ganan una presencia física que apela no tanto a una interpretación abstracta y racional como a una comprensión y experimentación de la forma como figura artificial, y al mismo tiempo real.

El color y la forma en los trabajos de Jutta Immenkötter siempre se refieren a fenómenos visuales experimentables, superándolos y abriendo un nuevo mundo de imágenes con una riqueza de significados totalmente personal. Por consiguiente, los trabajos de Jutta Immenkötter pueden situarse dentro de una cierta línea de la tradición del arte moderno en la que la forma y al color gozan de un derecho autónomo. El artista modernista August Endell ya anticipó la posibilidad de una percepción formal abstracta al escribir: “Nosotros, los que deseamos mirar con ojos de artista, no nos orientamos por lo que tenga importancia para la profesión u otros propósitos sino que buscamos si entre la diversidad de formas y colores no hay algunos que nos causen placer y alegría." El goce sensual y la alegría por la forma o por la percepción y la realización de la forma, es un aspecto que juega un importante papel para Jutta Immenkötter. Asimismo es posible remitirse a los conceptos experimentales del dadaísmo y del surrealismo. Tristan Tzara, por ejemplo, postula: "Necesitamos obras enérgicas, rectas, exactas y para siempre incomprensibles." Louise Bourgeois persigue hasta la actualidad esta línea enérgica que oscila entre la abstracción y lo figurativo, y que, a pesar de toda precisión formal, concede también a la obra derecho a ser incomprensible. Igualmente, en el arte povera de los años 60 y 70 hay un camino que conduce al presente y a una comprensión progresiva e intuitiva del material, de la forma y de los objetos. Luciano Fabro formuló: “Pienso en los objetos y no en lo que pienso de los objetos”.

Esta corriente, consciente del infinito potencial de significados que se nutren de la forma misma de los objetos y no de una iconografía definida, ni se ha interrumpido ni está concluida. Forma parte de las habilidades esenciales del artista percibir objetos y reflejar esta percepción de forma plástica; encontrar, generar y evaluar formas; desarrollar una sensibilidad para los objetos y un comportamiento frente a la realidad y a sus fenómenos visibles que le permita realizar una investigación básica visual. Jutta Immenkötter, percibiendo los objetos principalmente como formas y sistemas formales, transformándolos y conduciéndolos a un proceso creativo, sigue sondeando este campo.

Daniela Stöppel

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